Mónaco. Su nombre es sinónimo de gran lujo, princesas venidas de América y películas de Alfred Hitchcock. Para muchos es solo un sueño (uno de cada tres residentes es millonario, eso nos lo dice todo), pero la realidad es que Mónaco puede llegar a ser asequible si uno sabe cómo moverse. Y con el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco a punto de comenzar el 29 de mayo, ahora es el momento perfecto para visitar una de las ciudades-estado y principados más pequeños del mundo.
Mónaco tiene una rica historia impregnada de tradición en la que la familia real es el centro. La mayoría de los estadounidenses no habían oído hablar de esta ciudad-estado hasta que el icono de Hollywood Grace Kelly cambió su glamurosa vida por otra cuando se casó con el Príncipe Rainiero III de Mónaco en 1956. De repente, el principado apareció en el mapa, en sentido figurado, claro. Desde entonces, los Grimaldi, que reinan en Mónaco desde el siglo XIV, no han hecho más que consolidar su dominio sobre esta ciudad-estado. El príncipe Alberto II y sus hermanas, Carolina y Estefanía, se convirtieron en protagonistas de una forma u otra para mantener a Mónaco en la actualidad. Nuevos hoteles han ido surgiendo de la nada y en las antiguas mansiones de ciertos habitantes pudientes, se han abierto museos y galerías, muchos de ellos dedicados a la difunta princesa Grace.
Su capital, Montecarlo, abarca menos de 1 km cuadrado, y la mayor parte transcurre por estrechas callejuelas al borde de acantilados, lo cual, por otro lado, la convierte en el lugar ideal para la carrera más importante de la Fórmula 1. A pesar de su diminuto tamaño, Montecarlo, y Mónaco en general, cuentan con un gran número de monumentos únicos, así como magníficos restaurantes. Aquí está nuestra selección de mejores cosas que ver y hacer en Mónaco esta primavera.
Dónde comer
Aunque mantiene fuertes lazos con Francia gracias a la proximidad geográfica y al idioma compartido, Mónaco baila al son de su propia música. La cocina monegasca se basa en las raíces ligures de Mónaco, así como en sus vínculos con Francia e Italia y en su cercanía geográfica con el norte de África. Entre los platos tradicionales se encuentran el barbajuan, un pastelillo salado (tipo ravioli) relleno de ricota, acelgas y otras hierbas y especias; el fougasse, un pan dulce con gusto a cítricos que se come en el desayuno o como tentempié, y la socca, una tortita de garbanzos muy popular de madrugada, cuando se sale de fiesta. El marisco local también es muy apreciado y la mayoría de los restaurantes cuentan con pescado cocinado y servido en muchas variantes.
Como es de esperar, Mónaco cuenta con un buen abanico de restaurantes con estrellas Michelin, desde el legendario Le Louis XV-Alain Ducasse en el Hôtel de Paris hasta el innovador Pavyllon, un restaurante de Yannick Alléno, en Montecarlo. Además, como ya imaginarás, la mayoría son caros. Si esto no te importa, y vas en modo derroche total, Le Blue Bay es tu mejor opción.
Este restaurante de dos estrellas, dirigido por el chef Marcel Ravin, elabora comida mediterránea con un toque caribeño. Los menús rotan semanalmente y ofrecen marisco fresco, carnes y verduras, todo ello de origen local y servido en platos de elaboración propia. Para hacerte una idea del menú: las huevas de pescado al estilo chantilly, la carrillera de ternera con tamarindo agrio y los entrantes aderezados con polvo de curry de Colombo (procedente de las Indias Occidentales), son algunos de los platos que llevaran a tu paladar al cielo.
Si quieres comer algo más asequible, acércate al Puzzle, un acogedor restaurante que ofrece auténtica comida mediterránea en un entorno moderno y elegante. Puzzle es especialmente apreciado por sus frescos poke bowls, crudités y tartares. Para saborear México en Europa, Sexy Tacos sirve platos auténticos como la tostada de nopales (ensalada de cactus con frijoles) y el sabroso y ahumado mole poblano (pollo guisado con una rica salsa de chocolate).
Qué hacer
Como patio de recreo para ricos y famosos, a Mónaco no le faltan sitios y actividades para la gente top. El Casino de Montecarlo, ubicado en una mansión de la belle époque, es sin ninguna duda el lugar más clásicamente chic de la ciudad. Prueba tu buena fortuna con una mano al blackjack o al bacará, o haz girar la ruleta en la Sala Europa. No se permite la entrada a los locales, así que puedes entrar a lo grande dándotelas de James Bond, pero asegúrate de ir bien vestido, pues no te dejarán pasar en camiseta y tenis.
Los entusiastas del Gran Premio de F1 se deleitarán con la “Colección de Coches de S.A.S. el Príncipe de Mónaco”, también llamado Museo del Automóvil de Mónaco. En sus 5.000 metros cuadrados cuenta con unos 100 coches de época americanos y europeos (Hispano Suiza, Rolls Royce, Napier, Delage, etc.), así como carruajes y bólidos que en su día compitieron en la Fórmula 1, todos ellos pertenecientes a la colección personal del Príncipe Rainiero III.
Los visitantes que acuden a la ciudad para asistir al G.P. de Mónaco pueden conducir o pasear por el circuito después de la carrera. Esta prueba comenzó en 1950, y desde entonces los pilotos de Fórmula Uno recorren las sinuosas carreteras que rodean Mónaco, desde la curva de Sainte Dévote hasta el Casino de Montecarlo, pasando por el Hotel de París y la curva de Mirabeau, y finalizando en la meta, cerca de Anthony Noghes. El recorrido es excitante cuando se va a velocidades normales, pero ir a toda caña puede resultar fatal para conductores inexpertos.
Después de tanta emoción, es hora de relajarse. Situada a orillas del Mediterráneo, la playa de Larvotto cuenta con un paseo sombreado, arena blanca y gruesa, y una zona de “handiplage” para personas con discapacidad y movilidad reducida. Hay otras dos playas a las que se puede ir andando, Crique des Pêcheurs y Solarium, pero la primera es una calita más bien para contemplar desde la carretera (por su difícil acceso, a veces prohibido) y la segunda es apta solo para nadadores experimentados.
Cualquier estancia en Mónaco no está completa sin ir a Le Bar Americain. Este sofisticado local nocturno se encuentra en el Hôtel de Paris Monte-Carlo. En su interior de madera, con sillones de cuero y una iluminación muy peculiar, puede que te encuentres a muchos famosos e influencers. Bébete un cóctel “Condamine” con infusión de naranja en la terraza y cierra los ojos para disfrutar del jazz en directo y las chansons clásicas francesas que flotan en el ambiente. Es la manera perfecta de terminar cualquier viaje a Mónaco o Montecarlo.
Dónde dormir
Hotel Metropole Monte-Carlo
Construido originalmente en 1886, el Hotel Metropole sedujo a los turistas adinerados que convirtieron Mónaco en su lugar de veraneo. Más de 100 años después, el hotel se sometió a una importante reforma para modernizar su interior, pero conservando su exterior de la belle époque.
Las habitaciones tienen muebles tradicionales con algunos toques más actuales. Las camas y los sillones están en tonos neutros, y los baños cuentan con encimeras de mármol y bañeras de hidromasaje. Muchas habitaciones tienen vistas al Mediterráneo o a los cipreses de alrededor.
Port Palace
El Port Palace, de 50 habitaciones, es una joya de hotel-boutique situada en el puerto de Montecarlo, perfecta para quienes estén en la ciudad para asistir al Gran Premio o visitando el Salón Náutico de Mónaco. Aquí la importancia está en el color, siendo el turquesa y el naranja los tonos elegidos. Las habitaciones tienen muebles y accesorios modernos, así como suelos de madera y lujosos baños de mármol en las suites. Relájate después de un día de compras en el hammam del spa Beauty Angels que hay en la planta baja.