La segunda ciudad más importante de Suecia, Gotemburgo, es además la perla de la impresionante costa occidental del país nórdico. Los habitantes de Gotemburgo se refieren con cariño a su ciudad como la “pequeña Londres”, ya que muchos inmigrantes británicos y escoceses contribuyeron a su industrialización, e influyeron en su identidad, a medida que se desarrollaba el comercio por el Mar del Norte en el siglo XIX. Su pintoresca arquitectura, con esos característicos edificios de ladrillo marrón, tiene un aire inglés que la convierte en una experiencia muy diferente a la de la capital, Estocolmo, a pesar de estar a sólo tres horas en tren.

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Gotemburgo es una ciudad portuaria rodeada de un archipiélago formado por islas rocosas, y prácticamente se puede sentir la brisa salada del océano al pasear por sus calles empedradas y azotadas por el viento. Navega por la ciudad a pie o con la ayuda de sus característicos tranvías azules, desplazándote por zonas de moda como Majorna y Vasastan y por todos los lugares intermedios, para descubrir una ciudad que seguro pondrás en un pedestal.
Dónde comer

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Al ser una ciudad costera, todo Gotemburgo es un gran vivero de buen marisco, y si esto es lo tuyo, entonces la histórica Feskekörka (traducida como Iglesia del Pescado) será visita obligada. Ubicada en un edificio que se asemeja a una iglesia neogótica, de ahí su nombre, esta lonja con restaurante en su interior presume de tener la más amplia oferta de pescado y marisco fresco de Suecia y ha sido, literalmente, la meca de los amantes del marisco desde su apertura en 1874.

Foto: Levantine Bistro

Foto: Levantine Bistro.
Para una experiencia gastronómica más clásica, dirígete a Levantine, que rezuma sofisticación francesa con sus puertas arqueadas, suelos de baldosas y sillas negras de bistró. El menú es una delicia para todos los francófilos, con ostras, caracoles y huevas de langosta como entrantes, y platos principales como la bullabesa, que es un guiso de pescado a base de tomate y vino blanco que lleva además gambas, mejillones, picatostes y crema de rouille. Durante los meses de verano, disfruta comiendo en su exuberante terraza-jardín, adornada con sombrillas blancas y árboles iluminados con bombillas.

Foto: Ozio.

Foto: Oizo
Si quieres un ambiente relajado y para todas las edades, echa un vistazo a Oizo, que ofrece pizzas, vinos caseros y cerveza local de la vecina Kålltorp. También es conocido por su fantástico pan y ofrece productos de panadería ecológica perfectos para el “fika”, esa pausa para el café tan sueca. Disfruta de todo ello en un interior rústico con paredes, suelo y techo de azulejos blancos, y un mobiliario minimalista pero retro con mesas redondas y sillas de madera arqueadas.

Foto: Bar Normal.
Por último, termina la velada en el popular Bar Normal, un neobistro que llenará tu paladar con magníficas ensaladas asiáticas, charcutería, crudités y sándwiches a la plancha. Y, por supuesto, ¡fantásticas bebidas! Prueba una copa de Parfait con ponche, arándano rojo, sueños de regaliz y dulce de leche mientras admiras el bar de azulejos blancos con un interior de estilo escandinavo. Allí encontrarás muebles de madera sencillos pero elegantes y paredes engalanadas de arte, si lo que quieres es pasar una velada relajada pero chic.
Qué hacer

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Puede que Estocolmo sea conocida por su museo al aire libre Skansen, pero si la fauna nórdica es lo que te intriga, tienes que ir al enorme parque urbano Slottsskogen de Gotemburgo, donde podrás acercarte a sus alces gigantes y a unas focas grises regordetas que chapotean en su estanque, en uno de los zoológicos más antiguos del país, que además es gratuíto. Para disfrutar más de la naturaleza, súbete a un ferry o a un tranvía hasta la cercana e idílica isla de Brännö, y disfruta de unas horas paseando entre barcos de madera y barriles de petróleo en este lugar salvaje y escarpado, que te dejará boquiabierto.

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La mayor atracción de Gotemburgo, tanto en verano como por Halloween y Navidad, es sin duda el parque de atracciones Liseberg, un “primera clase”. Un conejo verde es la mascota de esta querida feria que cuenta con un exuberante parque con 42 atracciones de lo mejor. Lleva amenizando a sus visitantes desde 1923 y ofrece espectáculos de grandes artistas, así como actuaciones musicales diarias (leyendas como Bob Marley y los Rolling Stones han tocado aquí).
¿Alguien quiere comer y ver una peli? A veces no hay nada más top que una matiné de cine después de un almuerzo de fin de semana. Por suerte, la sala independiente Hagabion ofrece ambas cosas en un entorno tan pintoresco como acogedor. Disfruta de un menú vegetariano con productos frescos que se renueva a diario. Una vez terminada la película, quédate un rato para mezclarte con otros amantes de la cultura en el bar del cine, el Bar Kino, donde podrás comentar la función y probar la cerveza de la propia cervecera del cine. Si la visitas durante los meses de verano, el bar se extiende a una animada terraza que ilumina todo el edificio de ladrillo marrón.
Dónde dormir

Foto: Booking.com

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Al entrar en el vestíbulo, con sus suelos de piedra estampada, su escalera de estilo Art Nouveau con barandillas forjadas a mano y su techo de cristal pintado, sentirás que estás inmerso en una película de Wes Anderson. El Hotel Royale es el más antiguo de la ciudad, ya que data de 1852, lo que le confiere un aire regio y acogedor a la vez. En la recepción podrás degustar pasteles caseros y bebidas calientes mientras te registras en una de sus 75 habitaciones de estilo único, decoradas con muebles como de anticuario, cortinas de tejidos estampados y alfombras persas. La mayoría de los principales puntos de interés de la ciudad se encuentran a 10 minutos a pie del hotel y, si necesitas un descanso del jaleo urbano, encontrarás un tranquilo patio interior en el que darte un respiro.

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Foto: Hotel Pigalle
El Hotel Pigalle de Gotemburgo ofrece una experiencia de hotel boutique fuera de lo común. Este opulento alojamiento se encuentra en un edificio del siglo XVIII pero con un toque Art Decó en todo su interiorismo. Hay un montón de habitaciones luminosas y salpicadas de color, con suelos de moqueta y baños de mármol, entre las que elegir, y todas ellas decoradas con cariño usando diferentes telas de diseño. El hotel también cuenta con un bar en la azotea y su restaurante Atelier, que sirve productos locales cuidadosamente seleccionados, en un ático reconvertido con el fin de crear un ambiente romántico para cualquier ocasión, bajo sus techos inclinados. Ponte cómodo y disfruta con una copa de vino tinto frente a la chimenea y vive una estancia que tardarás en olvidar.