La noche es fría, el aliento te hace cosquillas en la nariz y se forman pequeñas nubes de vapor alrededor de tu boca. La nieve cruje bajo tus zapatos mientras un chocolate a la taza te calienta las manos. Miras al cielo y allí comienza. Aparece un frágil velo verde, casi como una sombra. Brilla con más fuerza y se enrosca sobre sí mismo. Contienes la respiración con asombro y te mantienes en silencio para no perturbar la danza de luz en el cielo nocturno. Dura sólo unos minutos, pero perdurará en tu memoria durante muchos años. Las auroras boreales son una auténtica maravilla de la naturaleza.
El primer registro conocido de este fenómeno resplandeciente procede de los babilonios, que ya hablaban de las auroras polares hace más de 2.500 años. Pero los pueblos indígenas de Escandinavia, Alaska, el norte de Canadá y Siberia también tienen relatos sobre bailes de luz en el cielo, que se interpretaban como mensajes de los dioses, malos presagios o un puente hacia
el más allá.
A pesar de todos los avances tecnológicos, nadie sabe realmente qué causa las auroras boreales. Explicado de forma muy simplificada, los vientos solares con partículas cargadas golpean nuestra atmósfera. La energía eléctrica reacciona con el campo magnético y los átomos a una altura de unos 100 kilómetros y aparece en forma de velo fluorescente; su intensidad depende de la actividad solar. Las auroras resultantes son visibles principalmente cerca de los polos.
En el Polo Norte se denominan luces del norte o auroras boreales y en el Polo Sur, luces del sur o auroras australes. Las auroras verdes son las más comunes, pero también se pueden ver rojas, rosas, púrpuras y azules si se tiene suerte. La mejor época para ver las auroras boreales es desde finales de octubre hasta principios de abril. Naturalmente, debe estar lo más oscuro posible y en un cielo sin nubes. Como son difíciles de predecir, es difícil obtener una previsión de auroras boreales. Pero las herramientas para la caza de auroras boreales, que utilizan el índice kp (escala de actividad geomagnética), como las aplicaciones especializadas y la web del Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska, pueden ser muy útiles.
Para captar el espectáculo natural de las auroras boreales danzantes en una fotografía, necesitas una buena cámara y un trípode estable. Familiarízate con los ajustes manuales de tu cámara para conseguir una foto nítida; el modo automático no será suficiente. Elige una cámara réflex o de sistema con un objetivo gran angular sensible a la luz. Esto es lo mejor para las fotos de paisajes. Tendrás que experimentar un poco con el tiempo de exposición para conseguir suficiente luz y que salga una foto expresiva y sin las distorsiones que el propio movimiento de la aurora pueda producir. Aquí también entra en juego el trípode para asegurar una estabilidad suficiente.
Un disparador remoto ayuda a que la imagen no salga borrosa cuando se acciona el obturador. Y luego solo hay que esperar a que aparezcan las primeras auroras boreales en el cielo nocturno, preferiblemente envuelto en mucha ropa de abrigo, y con una sabrosa bebida caliente en la mano. Nuestro consejo: busca un lugar adecuado con un fondo espectacular, como montañas, una cabaña solitaria o la costa. De este modo, conseguirás una imagen con una bonita composición y no una simple raya verde sobre un fondo oscuro.
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Tromsø, Noruega
Situada a 350 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, Tromsø es uno de los lugares más visitados para ver las auroras boreales en Noruega. Su buena accesibilidad y sus temperaturas moderadas gracias a la corriente del Golfo son dos buenos argumentos a favor de este coto de caza de
auroras boreales.
Tromsø tiene más que ofrecer que las auroras boreales. Alberga la universidad, la catedral (Tromsø domkirke) y la cervecería más septentrional del mundo. El Museo Polar ofrece información sobre famosas expediciones polares, el Acuario Polaria te introducirá en el mundo marino más allá del Círculo Polar Ártico, y la Catedral Ártica te hechizará con la mayor ventana de mosaico de vidrio de Europa. Si te apetece lanzarte a la aventura, puedes elegir entre las expediciones para ver ballenas, los trineos tirados por perros y las raquetas de nieve.
Foto: Shutterstock.
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Islandia
Islandia es la isla volcánica más grande del mundo y está bien comunicada con la Europa continental y con Norteamérica. El país de fuego y hielo se encuentra justo debajo del Círculo Polar Ártico y es el país con menor densidad de población de Europa, lo que lo convierte en un excelente destino para las auroras boreales. Porque a menos gente, menos contaminación lumínica.
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En invierno, se recomienda alojarse en el suroeste de la isla, cerca de la capital, Reikiavik. Desde aquí, en una excursión de un día por el Círculo Dorado, se puede explorar la aurora boreal en Islandia, así como algunas de las mejores cosas que hacer en Islandia. Entre ellas, el gran géiser y su hermano menor Strokkur, que entra en erupción puntualmente cada 10 minutos. Pero también te sorprenderá la poderosa y protegida cascada de Gullfoss. El cercano Parque Nacional de Thingvellir se considera la cuna de Islandia. Aquí también encontrarás la falla de Silfra, donde las placas tectónicas euroasiática y americana se separan: un lugar perfecto para una sesión de
buceo inolvidable.
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Parque Nacional de Banff, Alberta, Canadá
Por último, todo el norte de Canadá en general (eso sí, lejos de las grandes ciudades) es apto para avistar auroras boreales, pero el Parque Nacional de Banff, al noroeste de Calgary, te dejará pasmado por su belleza. Hay poca contaminación lumínica y un aire especialmente claro. El lago Minnewanka, Castle Junction y el lago Peyto son de los lugares favoritos para admirar el fenómeno en el cielo nocturno.
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El principal parque nacional de Canadá está situado en las Montañas Rocosas canadienses y es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En invierno, te encontrarás varios metros de nieve (perfecto para quien vaya a las estaciones de esquí de Banff) y podrás dar paseos en trineo tirado por caballos. Además de alces, lobos y cabras de las nieves, puede que incluso te cruces con algunos bisontes, que fueron reintroducidos en el ecosistema en 2017. ¿O qué te parecería patinar sobre hielo o escalar en cascadas congeladas? Si agotas las cosas que hacer en Banff (muy poco probable), explora el vecino Parque Nacional de Jasper.
Foto: Shutterstock
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