Con más de 6.000 kilómetros de costa, Italia es un destino de playa inigualable. Desde la costa de Amalfi hasta las orillas del Adriático, los turistas acuden al país mediterráneo en primavera, verano y otoño para pasar las horas en una playa bebiendo pesche al vino mientras reponen vitamina D.
Las playas de Italia suelen ser de cantos rodados o rocas, como es habitual en el Mediterráneo. Eso puede hacer que llegar al agua sea una pesadilla si no se tiene el calzado adecuado. Si buscas las mejores playas de arena, vete a Cerdeña, la segunda isla más grande del Mediterráneo.
En la antigüedad, Cerdeña se llamaba Ichnusa, del griego Ichnos, que significa “huella”, como la forma de la isla. Ichnusa fue la sede de numerosas civilizaciones antiguas, siendo la más misteriosa y notable la de los indígenas nurágicos, que florecieron en la región hacia el año 1500 a.C. y que construyeron las tradicionales casas con forma de cono -7.000 en total- por las que es famosa la isla.
Mundialmente conocida por su asombrosa naturaleza, Cerdeña tiene un poco de todo: montañas, bosques, llanuras y, por supuesto, playas, islotes y calas. Las playas de Cerdeña son, en su mayoría, de arena dorada en la que se pueden hundir los pies. También tiene aguas turquesas y bulliciosas ciudades turísticas.
Con tantos lugares por descubrir, es complicado elegir. Hemos reducido las mejores escapadas a cinco playas -que no están en Costa Esmeralda- de Cerdeña para unas vacaciones de verano inolvidables. Así que prepara tu traje de baño, coge tus gafas de sol y viaja a la isla que el escritor DH Lawrence llamó “Es algo más. Es como la libertad misma”.
La Pelosa di Stintino
Situada en el extremo noroeste de la isla, a solo un 2,5 km de Stintino, un antiguo pueblo de pescadores, La Pelosa di Stintino es un pequeño tramo de paraíso en una zona salpicada de bulliciosos complejos turísticos.
La arena es compacta y fina, de un tono casi blanco. Túmbate y observa cómo el agua cambia de color, desde el azul claro hasta el azul turquesa, dependiendo de la posición del sol. La playa está bordeada por lenguas de roca de aspecto casi lunar y un pequeño islote que alberga la torre de Pelosa, una fortificación de origen catalano-aragonés. Hoy, la torre parece emerger como un testigo solitario entre las aguas.
Cerdeña cuenta con una gran cantidad de playas ecológicas y sostenibles, y La Pelosa di Stintino es una de ellas. El acceso está restringido y las normas se aplican estrictamente. Solo se permite el acceso a un máximo de 1.500 personas al día. Las reservas pueden hacerse online a través de www.lapelosastintino.com (a partir de junio) y el precio de la entrada es de solo 3,50 euros. También es necesario llevar una esterilla, porque está prohibido colocar la toalla de playa directamente en el suelo, ya que el ecosistema es muy sensible. La limpieza y el silencio son también requisitos básicos, por lo que está prohibido fumar o utilizar pelotas y raquetas.
Pero no dejes que esto te disuada, ya que te verás recompensado con unas vistas realmente incomparables del sol, la arena y el mar, en un lugar que evoca un pasado glorioso.
Si vas a pasar un fin de semana, reserva una habitación en Casa La Pelosa Beach, un acogedor hotel boutique situado a pocos metros de la playa. Las habitaciones ofrecen vistas al mar y terrazas privadas, y los huéspedes son tratados como si fueran de la familia.
Cala Goloritzè
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, Cala Goloritzè, en la provincia de Nuoro, es a menudo considerada como una de las playas más bellas del mundo, y con razón. Situada en la costa central oriental de Cerdeña, en el Golfo de Orosei, a Cala Goloritzè solo se puede llegar a pie o en barco. Las pequeñas embarcaciones de Santa Maria Navarrese dejan a los visitantes a unos 300 metros de la costa. Esto se hace para preservar la integridad de la playa, ya que un exceso de tráfico de barcos y peatones dañaría su frágil ecosistema, por no hablar de su belleza.
Si prefieres ir a pie, el trayecto te llevará aproximadamente una hora y comienza en Golgo di Baunei, cerca de la localidad de Su Porteddu, serpenteando a través de un bosque de matorrales mediterráneos, con encantadoras vistas y miradores, y antiguos rediles tallados en la roca. Aunque es una caminata larga, el sendero está bien marcado y es bastante fácil, pero hay que llevar calzado adecuado y mucha agua.
Todo ese esfuerzo, ya sea por mar o a pie, se verá recompensado cuando llegues a Cala Goloritzè. La combinación de mar y montaña crean algo poderoso.
Mientras que la orilla es un poco rocosa, el agua de Cala Goloritzè presenta tonos verdes y turquesas, y los manantiales submarinos proporcionan constantes cambios de tonalidad. El mar está repleto de peces, sobre todo de doradas, y el buceo con tubo o con escafandra son una de las actividades favoritas de los visitantes.
Aunque se trata de una de las playas más pintorescas de toda Italia, la zona es de lo más espartana, es decir, no hay restaurantes ni hoteles cerca. Tráete tu propia comida y agua, pero recuerda llevarte toda la basura cuando te vayas. El acceso a la playa cuesta cinco euros y está abierta de 7:30 a 19:30.
Si quieres prolongar tu estancia, duerme en Baunei en el B&B Issicoro. Esta acogedora mansión ofrece una pequeña selección de habitaciones de colores pastel y un entorno tranquilo. El desayuno incluye tartas y pasteles caseros, así que podrás darte un festín antes de ir a Cala Goloritzè.
Porto Giunco (Villasimius)
Bajando por la costa sureste de Cerdeña, se llega a Villasimius, una animada zona turística que en su día fue un centro pesquero. La zona ha conservado un ambiente auténtico gracias a sus habitantes.
El animado puerto cuenta con una fortaleza del siglo XVII, que acoge exposiciones de arte. El encantador pueblo, atravesado por callejones y acogedoras boutiques y tiendas, ofrece a los huéspedes muchas opciones para un agradable aperitivo. En Baccusardus se sirve una amplia selección de vinos italianos y del Viejo Mundo, así como cerveza artesanal como la Ichnusa, todo ello acompañado de quesos y antipastos locales.
Si lo que buscas es un poco de marcha, encontrarás una animada escena de bares y discotecas para seguir la noche. Sin embargo, lo que hace que Villasimius sea una delicia son las perfectas playas que salpican la zona. Todas merecen el desvío, pero Porto Giunco, una playa de aspecto tropical con arena blanca y fina que adquiere tonos rosados, es de las más bonitas que te puedes encontrar.
El fondo marino es poco profundo, lo que permite relajarse. Sumérgete en sus aguas y deja que tus problemas desaparezcan. La parte central de la playa cuenta con un estanque homónimo donde se pueden ver flamencos. A la derecha, en un promontorio, se pueden admirar los restos de una antigua torre de vigilancia española del siglo XVI, a la que también se puede llegar siguiendo un camino desde la playa.
La playa es en gran parte gratuita, pero también tienes la opción de alquilar tumbonas, sombrillas de paja y hamacas. Las pasarelas son accesibles para cualquier persona con problemas de movilidad.
Cala Brandinchi (San Teodoro)
Cala Brandinchi se encuentra en la parte oriental de la isla, en el litoral cercano a San Teodoro y a la zona marina protegida de Tavolara. Apodada “la pequeña Tahití” por su parecido con islas polinesias como Bora Bora y Moorea, Cala Brandinchi ofrece arena blanca y las aguas más turquesas de este lado de Rangiroa.
Aquí, el fondo marino es poco profundo durante decenas de metros, creando un efecto de piscina que lo hace ideal para familias con niños pequeños o cualquier persona con problemas de movilidad. Donde las rocas salen a la superficie, se encuentra una rica vida marina, que se puede explorar tranquilamente con unas gafas de buceo y un tubo. La cala está equipada con todas las comodidades y, además de alquilar una tumbona y una sombrilla, se pueden alquilar barcas de remos, kayaks y canoas para un viaje más íntimo por el agua. Los observadores de aves se dirigen al cercano estanque de Brandinchi, donde abundan las garzas y los flamencos rosas.
Dato curioso: El 17 de octubre de 1867, el revolucionario Guiseppe Garibaldi escapó de la cercana isla de Caprera y emprendió su viaje para liberar Roma desde Cala Brandinchi.
Spiaggia Rosa
Por desgracia, no todas las playas son accesibles para los visitantes, pero eso no significa que no podamos admirarlas desde lejos. A veces, estos paisajes pueden inspirar sonetos al escritor que todos llevamos dentro.
No es ningún misterio que algunas de las playas más bellas de Cerdeña se encuentran en el archipiélago de la Maddalena, formado por 62 islas e islotes. Las dos más importantes -y las únicas habitadas- son La Maddalena y Caprera. La Maddalena es fácilmente accesible en ferry desde Palau y, en sí misma, ofrece una increíble experiencia sensorial. El agua hasta donde alcanza la vista adquiere colores que van del turquesa al esmeralda, y toda la zona, que forma parte del Parque Nacional del Archipiélago de La Maddalena, está poblada por numerosas especies de mamíferos marinos, desde delfines hasta rorcuales.
Desde La Maddalena, haz una excursión a la isla de Budelli. Spiaggia Rosa, también conocida como la Playa Rosa, debe su nombre al sorprendente color de la arena, debido a los microorganismos que viven dentro de las conchas que llegan a la orilla. Estos microorganismos se mezclan con trozos de coral y granito, creando el tono chicle. Las aguas claras del mar rompen en la costa rosada, creando un efecto visual maravilloso, que fue captado en la película de Michelangelo Antonioni, Desierto Rojo.
El acceso a la playa está prohibido para preservar su frágil ecología, pero se puede disfrutar del espectáculo desde un barco turístico. Y volverás a recordar las palabras de DH Lawrence: la libertad misma.