No todos los días tienes la oportunidad de sentarte con un vaso de vino tinto italiano y un plato de tortellini al brodo en su lugar de origen. Bolonia es la puerta de entrada a la legendaria región de Emilia-Romaña, sinónimo de gastronomía italiana. Es en esta ciudad donde la pasta se prepara al detalle y con mimo y se sirve con sabrosas salsas. Está claro que la comida es un ingrediente prioritario de la cultura italiana, si bien los atractivos de Bolonia van más allá de su arte culinario. Es, de hecho, un destino que ofrece un sinfín de lugares para explorar.
Desde su creación en el siglo VI a.C. por los etruscos, ha sido siempre una ciudad tremendamente agitada: desde la conquista romana hasta las invasiones de los visigodos y los hunos. Bolonia fue una fortaleza papal durante muchos años hasta que tuvieron lugar las Guerras Napoleónicas, si bien la semilla del catolicismo permanece hasta nuestros días.
Más allá de su reputación culinaria, Bolonia es el destino ideal para una escapada. Pasear por la ciudad implica dar la bienvenida a restaurantes alojados en edificios pintorescos, a majestuosos arcos que anticipan plazas y calles o bulevares de adoquines que llevan el nombre de maestros italianos de la literatura. Solo en Bolonia es posible deambular por un callejón adornado con lámparas vintage y edificios de piedra o respirar el aroma de la carne chisporroteante junto a una copa de Sangiovese. Come, bebe y relájate. Esta es la forma boloñesa de hacer las cosas.
Cómo llegar a Bolonia:
Viajar de Europa a Bolonia es una excelente manera de sumergirse en el encanto de la rica cultura e historia de Italia. Hay varias opciones de transporte disponibles para llegar a Bolonia desde distintas ciudades europeas, lo que garantiza experiencias de viaje cómodas y diversas. Éstas son las 5 mejores rutas en tren desde las principales ciudades europeas hasta Bolonia:
1. Tren de París a Bolonia (aprox. 10 horas): TGV, Frecciarossa
2. Tren de Barcelona a Bolonia (aprox. 6 horas): Renfe, Trenitalia
3. Tren de Viena a Bolonia (aprox. 7 horas): ÖBB, Railjet, Frecciarossa
4. Tren de Berlín a Bolonia (aprox. 13 horas): ICE, Frecciarossa
5. Tren de Zúrich a Bolonia (aprox. 5 horas): SBB, Frecciarossa
Estas rutas de tren no sólo ofrecen tiempos de viaje eficientes, sino también la posibilidad de disfrutar de paisajes pintorescos y viajes cómodos mientras se dirige a la cautivadora ciudad de Bolonia. Ya sea un entusiasta de la historia, un amante de la gastronomía o un aficionado al arte, Bolonia tiene algo que ofrecer a todo viajero que busque una auténtica experiencia italiana.
¿Dónde comer en Bolonia?
Hablar de Bolonia es hablar de comida. La cocina tradicional boloñesa está encabezada por los formidables tortellini, un tipo de pasta en forma de anillo relleno de carne o verduras que surgió en la década de los 50. Los lugareños prefieren la variedad al brodo, que flota en un caldo de pollo y cuyo relleno es de cerdo. Puedes comerlo tanto para el almuerzo como para cenar o merendar. Como ves, es un plato que encaja en cualquier momento del día.
El ragú alla bolognese es una salsa que combina carne y panceta. Es un condimento que va con todo, desde los tagliatelle a los tortellini o gnocchi, pero nunca con los espaguetis. Los más sibaritas incorporan leche a la receta, ingrediente que agrega una mayor cremosidad al resultado final.
¿Dónde probar estas delicatesen? He aquí algunas ideas de restaurantes para chuparse los dedos.
En Bolonia, el día comienza con un buen café y un cruasán. No cabe duda de que los italianos no tienen rival a la hora de preparar capuchinos y expresos. Si lo acompañas de un bollo recién hecho con mantequilla, tu día arrancará de mejor manera. Con tantas cafeterías encantadoras en casi cada rincón de la ciudad, es complicado identificar aquel espacio ideal para saborear este dúo dinámico. Naama Café, cuyo propietario es de origen turco, es un establecimiento de café y té localizado en pleno centro urbano salpicado de mesas comunitarias, cojines coloridos y manteles de paja. Los camareros, ataviados con chalecos negros y camisas blancas, dan la bienvenida amablemente a los clientes, quienes tienen ante sí la complicada tarea de escoger entre una variada selección de cafés, tés y pasteles de Oriente Medio. Los suelos de madera se encargan de añadir cierto estilo rústico al ambiente. Los capuchinos de este local en nada tienen que envidiar al de otras cafeterías típicamente boloñesas.
Los italianos, como los españoles, tienen la costumbre de echarse la siesta. Es en este momento cuando las tiendas bajan las persianas y las calles se vacían. Sin embargo, siempre habrá algún establecimiento donde tomarse un café. Es el caso de Eataly, meca gastronómica de tres pisos que cuenta con sucursales en otras ciudades como Roma, Dubái, Nueva York o Chicago. Eataly se ha convertido en casi un templo para la alimentación de cuerpo y mente. La primera planta está dedicada en exclusiva a los libros: conviven desde novelas de ficción hasta ensayos o guías de viaje. En la segunda planta, podrás darte un festín gastronómico gracias a platos tan espectaculares (y algo caros) como la bruschetta con ricotta, peras, miel de acacia e hinojo. Si te apetece una copa de champán, el tercer piso es tu lugar.
Otra interesante propuesta se halla a la vuelta de la esquina. Nos estamos refiriendo a Rosarose, un local que impresiona a primera vista por la docena de candelabros de cristal que cuelgan del techo y los espejos, que causan un curioso efecto óptico. El color rojo que predomina en el ambiente seduce a una multitud de clientes que entran atraídos por el spritz, prosecco y carta de vinos locales.
¿Qué hacer en Bolonia?
Durante los siglos XII y XIII, Bolonia fue un importante eje comercial. Muchos de los edificios de esa época se mantienen, sobreviviendo incluso a las guerras y asedios que sufriría el país en los siglos posteriores. Los centros de reunión por excelencia de la ciudad con Piazza Maggiore y Piazza del Nettuno, en pleno casco histórico. En la primera, se localiza la inacabada Basílica de San Petronio, la cual estaba llamada a rivalizar con la de San Pedro, en Roma. No te pierdas tampoco el Palazzo del Podestá y la Torre dell Arengo. Por su parte, la Piazza del Nettuno, denominada así por el dios romano del mar, acoge la fuente de esta deidad. En ella, los jóvenes boloñeses se dan cita cada mediodía antes de regresar a la escuela.
La Basílica de San Stefano, construida sobre las ruinas de un templo pagano, albergó en una ocasión siete iglesias, aunque solo quedan cuatro hoy en día. No olvides visitar la tumba de San Petronio, patrón de la ciudad, en la Chiesa del Crocifisso. Las otras tres iglesias, Santo Sepolcro, Trinitá y Santi Vitale e Agricola completan este recinto que alberga objetos de la época romana.
Si has escogido Bolonia para una escapada relámpago y no tienes mucho tiempo, Le Due Torri supone una maravillosa visita 2×1. Sus dos torres inclinadas, que recuerdan a la de Pisa, se construyeron en el siglo XII y llevan el nombre de las familias que las erigieron. La Torre degli Asinelli regala unas impresionantes vistas desde su cima tras subir un centenar de escaleras, mientras que la Torre Garisenda, aunque es mucho más pequeña, está más inclinada, por lo que el ascenso es mucho más divertido.
¿Dónde dormir en Bolonia?
Savotel
Situado a un paso del Palacio de Congresos, este hotel combina lujo con tradición y acoge un total de 120 habitaciones con todo detalle: conexión Wi-Fi, gimnasio, salas de reuniones y alquiler gratuito de bicicletas. Los dormitorios están ataviados con suelos de parquet oscuro, mobiliario en tonalidades neutrales y camas amplias. Grandes armarios, cafeteras Nespresso y artículos de tocador de la marca Trussardi completan la carta de comodidades. El restaurante Nero Arancio del hotel brinda la posibilidad de degustar la cocina clásica boloñesa con toques modernos.
Zanhotel Europa
Si prefieres un hotel más clásico, este es el ideal. Se trata de un alojamiento de estilo neoclásico, suelos de mármol y lámparas de araña que admite mascotas. Sus 101 habitaciones disponen de muebles de madera oscura, papel pintado de rayas y colchas de brocado. Pero, además, en cada dormitorio encontrarás una televisión de pantalla plana y exquisitos artículos de tocador. Uno de sus grandes atractivos es el desayuno que sirve cada mañana, muy abundante y adaptado también a aquellos comensales con intolerancias alimentarias.