Roma, la histórica capital de Italia, es una ciudad exuberante y profunda, histórica y vanguardista a la vez. Ofrece una sucesión innegable de atractivos turísticos de primerísimo orden, como el Coliseo, el Foro Romano, la Fontana de Trevi, la plaza Narvona, la basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina. Cuenta con 2 aeropuertos que ofrecen conexiones con las principales capitales del mundo. Desde España, Madrid, Barcelona, Málaga, Alicante y Tenerife, entre otras ciudades, se programan vuelos directos hasta ella.
Aunque Roma-Ciampino es también un aeropuerto de primer nivel, el de Roma-Fiumicino está considerado como el más importante de la ciudad. Se encuentra a unos 30 kilómetros de Roma, cuenta con 5 terminales y recibe alrededor de 40 000 millones de pasajeros anuales. Está conectado con la capital italiana mediante autobuses directos, buses de línea, trenes exprés y trenes convencionales.
Son innumerables las aerolíneas que operan vuelos a Roma de manera habitual, aunque posiblemente las más activas son Air Berlin, Vueling, easyJet e Iberia. En realidad, las principales compañías de los países europeos más importantes fletan vuelos a esta ciudad eterna y plena de esplendor. En función de las localidades de origen y los horarios escogidos, es posible reservar vuelos directos o con escalas.
Sin lugar a dudas, aprovechar los vuelos a Roma desde Madrid para llegar en 2 horas y media es una auténtica maravilla, teniendo en cuenta además que es posible escoger entre cerca de 50 salidas diarias. La misma rapidez, comodidad y relax implica volar desde Barcelona a Roma en 2 horas y 45 minutos, aprovechando las alrededor de 15 frecuencias programadas cada día.
Entre los múltiples atractivos turísticos de esta ciudad, a veces pasa desapercibida la existencia de numerosas catacumbas, como las de San Sebastián, San Calixto, Domitila, Santa Inés y Priscila. Estas galerías subterráneas fueron empleadas entre los siglos II y V como lugares de enterramiento por judíos, paganos y primeros cristianos, y formaban auténticos laberintos de varios kilómetros. Para moverse por Roma, una vez fuera de las catacumbas, la red de transporte público es la mejor opción, pues existe metro, tranvía, autobús y tren suburbano, así como la posibilidad muy recomendable de adquirir abonos de 3 o 7 días.
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